Una de las principales ventajas de Luckyarn es contar en sus 4 oficinas con personal nativo que permite entablar un puente entre ambas culturas y así eliminar la distancia kilométrica y cultural que existe entre China y Europa y las trabas lingüísticas. Una vez explicado el producto a nuestro personal, estos se desplazan a las instalaciones del proveedor para explicar cualquier pormenor del mismo y asegurarse que se han entendido todas las necesidades específicas de la producción.
Tras esto, para evitar malentendidos, Luckyarn envía varias opciones y fotografías de las muestras de esos productos a cada cliente ya que hay que dejar todo bien especificado. En mi pasado como comprador pude asistir perplejo a la diferencia de “gustos” y “prioridades” que tienen en China: al solicitar un bolso de un material aprobado ya por muestra en color negro, no especificamos el color que debía tener el forro, y al llegar la muestra descubrimos asombrados que el proveedor le había colocado un forro de color verde pistacho.
Para nuestro “gusto” estaba claro que el forro debería ser del mismo color que el exterior del bolso, y que no había ningún otro adorno que no fuese negro, y ese forro rompía con el diseño del bolso, pero cuando pedimos al proveedor la razón de esa licencia, el proveedor respondió que así “era más fashion”.
Así que ayudamos a evitar todos estos dolores de cabeza, recordamos los detalles pendientes o problemáticos, y al mismo tiempo, el cliente decide, aporta y aprueba todos los detalles que puedan quedar pendientes como colorido, fichas técnicas, medidas, estampados, etc…
El ejemplo anterior puede extrapolarse a cualquier detalle: igual que su gusto es diferente al nuestro, también lo es su tallaje y medidas anatómicas, los materiales que utilizan en cualquier producto, y la calidad que aplican a sus productos, que sigue estándares diferentes para países exigentes como Estados Unidos o la Comunidad Europea, que para sus ventas “nacionales” en China.
